lunes, 27 de julio de 2015

Felicidad

La mujer yacía en la verde hierba, un soleado día de primavera, mirando al cielo. Su corazón estaba gozoso, pues el capricho de su alma se hallaba frente a ella, susurrándole al oído palabras de amor. Su piel suave, su tez dorada, su belleza. Todo él resonaba por cada uno de los poros de ella. Los ojos de ella brillaban en los de él y ambos se reflejaban el uno en el otro. Para siempre.

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