miércoles, 9 de diciembre de 2015

Yihad

Yo, que cada día de mi vida desde que recuerdo, recé a Dios como una autómata, sin tan siquiera pensar en lo que hacía.Yo, que jamás pensé que fuese posible amar de esta manera.Yo, que veía sangre y me subían mil escalofríos desde las rodillas.Yo que lloraba por un perro atropellado, por una película tristona de Disney, por un final feliz.¿Qué me ha sucedido? escuché esas voces, contemplé a esos hombres, vi la luz.Lo que anteriormente no tenía sentido, lo cobró de golpe.Y sé que la prensa da muy malas noticias. Sé que a estos hombres se les llama asesinos. Sé que hay un allí y un aquí, personas muertas en todas partes, ansiedad y dolor.¿Pero qué es la vida sino dolor? ¿podría haber vida más gloriosa que la de sufrir y hacer sufrir por Dios, sabiendo que existirá un paraíso, aquí o tras mi muerte, donde halle la alegría, la felicidad, la paz verdadera?Si algo he deseado siempre es conseguir la paz, y esta fe renovada me la da y me la difunde y la sensación interior es la de que por fin, ¡por fin! he hallado el camino... Esto se decía ella, unos días antes de partir al territorio prohibido, a la aventura eterna, al irremediable mas voluntario trágico final que tuvo su corta vida.