sábado, 14 de mayo de 2011

Inspiración

Las aguas cristalinas caían, poco a poco, desde un huequecito rajado en medio de la roca, hasta el riachuelo que esperaba abajo. El sonido del agua fresca chocando sobre las piedras se esparcía por entre las plantas y árboles, entremezclándose con el aleteo de las libélulas y los cantos de los pájaros, a lo lejos.
Había un enigma en todo ello.
Una misma música lo enlazaba todo, pues el mundo visible puede trasladarse a un compendio de números, y estos, a su vez, a una serie de notas musicales, y juntas todas, a una sinfonía.
La muchacha se hallaba sentada en la hierba, pensando en esto.
El cuerpo mismo de la muchacha se podía trasladar a un conjunto de números, y éste era a su vez una sinfonía completa.
El mundo entero, quizás el universo entero, podía traducirse al lenguaje musical y consistir en una sinfonía completa, perfecta. Universo. Uni-verso. Un solo verso, ¿era éste, quizás, el significado de la palabra? La física ha dicho que todo proviene de uno, de un mismo punto infinito por arriba y por abajo, en el espacio. Eso mismo lo dijeron otros, por pura intuición, que se sepa, muchísimos años antes.
Si una misma música lo forma y conforma todo, ¿debería ser una música sin sentido, o con él? Una música cuyo significado sólo tiene sentido por su traducción a números, mas una música al fin y al cabo, con posibilidad de combinaciones nuevas, todas predichas desde una misma fase.
En esto pensaba la muchacha, aquella hermosa tarde de primavera, junto a un río.
Tenía el cabello largo y oscuro y la piel suave.
Elevó sus ojos al cielo, el tiempo había cambiado de pronto, unas nubes grises oscurecían el horizonte y una pequeña gota le había caído en la frente.
En aquel mismo momento se acordó de aquel hombre moreno y un escalofrío de agrado le recorrió el cuerpo.
Es tan bello el comenzar de un amor nuevo, sobre todo en primavera.

viernes, 13 de mayo de 2011

La frivolidad

¿Y si escribo algo, algo que me salga de las entrañas?
Me siento ante el ordenador y dejo que las palabras fluyan.
Si me concentro en la pasión, las palabras fluirán.
La pasión. Si me concentro en la pasión, las lágrimas brotarán de mis adentros, mi mente se irá a un recuerdo vívido en el que la sangre me palpitaba en las venas, por belleza o por miedo, por ira o por llanto, quizás por puro deseo o por ansia pura de abrazar a alguien.
Las lagrimas brotarán diciéndome, gritándome que vuelva a aquella vida, a aquellos momentos en los que, desesperada, pedía a Dios que me llevase a un mundo predecible y seguro.
Un mundo predecible y seguro, ese mundo al cual he tratado de acceder toda la vida, desde que tengo recuerdos. Y, cuanto más cerca me hallo de ese mundo, más siento lo poco que pertenezco a él.
Hay en mí miles de vidas, de sentimientos, de historias vividas o por vivir.
Quizás fui demasiado deprisa.
Quizás demasiado lejos.
Cuando yo nací, las palabras se pararon. El mundo me vino grande, yo le vine grande al mundo. Nunca supe qué debía hacer o cómo comportarme. Por ello hice lo que se esperaba de mí.
La libertad se viene abajo cuando el espíritu se ahoga, en pos del bien común.
¿Dónde queda el arte, cuando se ha de actuar en pos del bien común?
Yo sólo soy yo cuando mi corazón se crece, para escribir. En ese íntimo éxtasis me vacío de mí, me posee mi otro yo, ése al que no le importa el quedar bien, el sueldo a fin de mes, la seguridad de una casa, la comida, ropa, techo, el futuro propio y del hijo.
Hay un extraño ser dentro de mí, es alguien a quien no conozco, pero siempre me ha acompañado. Me empuja a soñar, aunque sepa que es todo mentira. Me anima a danzar cuando todos están atareados en cosas serias.
Me lleva por el mal camino cuando quiero portarme como me enseñaron.
Hay un monstruo agazapado en mí y creo que nunca sabré su nombre.
En silencio, abandonado, abre las puertas de mi alma.