domingo, 12 de octubre de 2014

Poesía

La poesía es las Matemáticas del alma.

Desgarro

Hay un sexo que es divertido, alegre, sincero como un niño que ríe jugando con las olas en la playa. Ese sexo no duele, y tampoco mata. No penetra en el interior, no asesina la mente, no provoca el despertar del león que duerme su apacible sueño de veinte horas al día. Pero hay otro sexo que irrumpe, que entra en el alma, rompiendo fibras internas a su paso, que llora, que ruge, que sangra. Ese sexo despierta la fiera dormida, que se lanza al ataque fatal. Es un sexo que controla, domina, que muere o que mata. Ese sexo es el único que deja huella tras el tiempo, el que uno recuerda a los noventa años, cuando ya nada de lo que no importó se mantiene en la memoria. Por ese sexo vale la pena vivir y por ése, sólo por ése, vale la pena amar.