viernes, 13 de mayo de 2011

La frivolidad

¿Y si escribo algo, algo que me salga de las entrañas?
Me siento ante el ordenador y dejo que las palabras fluyan.
Si me concentro en la pasión, las palabras fluirán.
La pasión. Si me concentro en la pasión, las lágrimas brotarán de mis adentros, mi mente se irá a un recuerdo vívido en el que la sangre me palpitaba en las venas, por belleza o por miedo, por ira o por llanto, quizás por puro deseo o por ansia pura de abrazar a alguien.
Las lagrimas brotarán diciéndome, gritándome que vuelva a aquella vida, a aquellos momentos en los que, desesperada, pedía a Dios que me llevase a un mundo predecible y seguro.
Un mundo predecible y seguro, ese mundo al cual he tratado de acceder toda la vida, desde que tengo recuerdos. Y, cuanto más cerca me hallo de ese mundo, más siento lo poco que pertenezco a él.
Hay en mí miles de vidas, de sentimientos, de historias vividas o por vivir.
Quizás fui demasiado deprisa.
Quizás demasiado lejos.
Cuando yo nací, las palabras se pararon. El mundo me vino grande, yo le vine grande al mundo. Nunca supe qué debía hacer o cómo comportarme. Por ello hice lo que se esperaba de mí.
La libertad se viene abajo cuando el espíritu se ahoga, en pos del bien común.
¿Dónde queda el arte, cuando se ha de actuar en pos del bien común?
Yo sólo soy yo cuando mi corazón se crece, para escribir. En ese íntimo éxtasis me vacío de mí, me posee mi otro yo, ése al que no le importa el quedar bien, el sueldo a fin de mes, la seguridad de una casa, la comida, ropa, techo, el futuro propio y del hijo.
Hay un extraño ser dentro de mí, es alguien a quien no conozco, pero siempre me ha acompañado. Me empuja a soñar, aunque sepa que es todo mentira. Me anima a danzar cuando todos están atareados en cosas serias.
Me lleva por el mal camino cuando quiero portarme como me enseñaron.
Hay un monstruo agazapado en mí y creo que nunca sabré su nombre.
En silencio, abandonado, abre las puertas de mi alma.

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