Yo un día deseé morir y al siguiente juré que viviría para siempre. Yo te cogí la mano -aquella mano tuya, caliente y áspera, la mano de un niño trabajado, sufridor- y jamás la solté.
Crucé montañas para verte y nadé océanos.
Mas tú te has ido ya.
¿A dónde?
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