domingo, 19 de julio de 2020

Me di de bruces

Bienvenido, bienvenida a mi estúpida vida pequeña. 
Soñé con grandezas, soñé la gloria sí, la fama, la abundancia, la eternidad, bueno, quizás no tanto, pero soñé, definitivamente. 
Y me di de bruces conmigo misma: una violencia desatada a veces, una frustración aquí y allá, un desengaño, un éxito, una pasión, quizás algún que otro momento pleno, que me trajo a la conciencia que tal vez, que pudiera ser, que sí existiera algo más allá, más arriba, más abajo, más atrás en el tiempo o más adelante, algo, algo, algo, que mi Dios me llamase, que me dijese que existe, que me declarase la verdad de las cosas, me hablase, me guiase, me iluminase, me... 
Pero me di de bruces conmigo misma: un devenir de días, iguales uno a otro, me persiguen, me atolondran, me acosan, me torturan, me destruyen, me matan lentamente... mientras, una arruga aquí, una flaccidez allá, un compararme y ver que la vida se va, despacio, como la arena en un reloj, sin pausa, sin prisa. 
Me di de bruces con una inusitada lentitud en los acontecimientos de mi existencia: ¡¿qué soy yo?! 
Le grito al viento, y este me devuelve el sonido de mi eco, pero va mezclado con la brisa marina y el canto de los pájaros: es verano.

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